Siendo positivos, os diré que el retraso del autobús ha hecho que pueda disfrutar más del libro que estaba leyendo.

Siendo positivos, os diré, que el que se me haya colado una señora en el supermercado ha hecho que me haya encontrado con un viejo amigo.

Siendo positivos, también os diré, que aunque el lunes amaneció todo nevado, hoy ha salido el sol de una manera bastante deslumbrante.

Además, si he de ser positiva, os contaré que anoche se me rompió la bolsa de basura y un vecino vino a ayudarme.

Estoy segura que a cada cosa negativa o por la que nos podamos quejar, se pueden encontrar cosas positivas. Segurísima.




Hace poco vi en el blog de Raquel de Rosario que hablaba de aguantar 24 horas sin quejarnos. Basado en un libro de coaching personal de Pam Richardson. Más tarde en el blog de Sara Carbonero iba más allá y se retaba a aguantar 21 días, reto también sacado del libro "Un mundo sin quejas" de Will Bowen.

El caso es que me pareció muy interesante, porque quejarse no es solo decir ay, también despotricar por  el que no te ha cedido el paso o no ha dado el intermitente, es criticar que qué mal le queda a una esos zapatos que adoras y que a tí seguro que te quedarían de muerte, es lanzar mensajes subliminales al aire en plan gente que ..., la cuestión es quejarse y todo es quejarse. Yo me quejo bastante que queréis que os diga. 

Pero hace poco hubo un hecho que me marco bastante, la historia de Dancing Man, un hombre obeso que estaba bailando en una discoteca hasta que alguien decidió que no tenia derecho a hacerlo y se rió de él grabándolo en el móvil y subiéndolo a las redes para reírse de él. Esto así contando seguro que os parecerá sorprendente, pero ¿cuantas veces no nos hemos reído de una foto subida en las redes con algún comentario jocoso? Hemos dado por hecho que son bromas, pero... ¿y si la persona de la foto no es consciente de la broma? ¿Y si con ello estamos haciendo daño a alguien, humillándole o haciéndole sentir peor?

Esta historia acabo bien, una chica de Los Angeles vió la foto y empezó una ardua búsqueda en las redes intentando localizar al hombre. El objetivo era que DancingMan pudiese bailar a gusto y libre sin que nadie le filmase para reírse de el. El plus, es que a esta joven la iban a acompañar 1057 mujeres más que se habían sumado a la iniciativa. Es más, cada día se iban sumando más y más gente y DancingMan no aparecía. Cogió tal dimensión la búsqueda que Pharrel Williams se ha ofrecido a cantar en la fiesta, el DJ Moby a pinchar y el estadio Los Angeles Coliseum a ceder el espacio.

Al final DancingMan ha sido localizado en Londres, pero no hay distancias ni océanos suficientes para impedirla, ya han recaudado más de 30.000$ para que pueda viajar y acudir a Los Angeles donde será la fiesta en exclusiva para él, para que pueda bailar con más de 1700 mujeres ya que aparte de los músicos creo que va a ser el único hombre invitado, y sobre todo para que nadie le pueda negar a nadie el derecho a bailar, a disfrutar y a ser uno mismo.

Y eso me ha hecho pensar, y reflexionar sobre la importancia de las redes sociales, sobre el anonimato que da un nick o un perfil, sobre la prepotencia que te otorga el hecho de solo tener que escribir, y sobre lo que cada vez nos esta haciendo que no vayamos tan de frente, que casi ni siquiera hablemos, que es mejor cuatro mensajes para comuncicarnos que coger el teléfono y charlar o quedar para tomar café...

Y me he dado cuenta que me quejo, y mucho, me quejo por todo, por el del coche que se me ha colado, por esos pantalones que han encogido, por mi pelo encrespado, por que no me has llamado, porque me llamas mucho, porque no callas o porque no me has dicho nada del nuevo jarrón.

Estamos en un momento de ipso facto, de en el momento y lo más rápido posible, de aquí y ahora, o ahora o nunca, y la vida es frágil y se va sin avisar, y las prisas nos arrastran y no nos dejan apreciar momentos, instantes, personas, miradas... 

He decidido no quejarme, ver las cosas desde otro punto de vista, intentar sacar las cosas positivas, intentar ver el lado bueno, disfrutar, nada es negro o blanco, hay grises y rosas, azules celestes y amarillos. 
Hay momentos y sonrisas, y el no quejarse es una opción que hará que esas sonrisas sean más intensas.

¿Te animas a intentarlo? 



Feliz Viernes ❤

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Si lo aceptas, hay que ponerse una pulsera en una mano durante 21 días, morada a ser posible.
Si fracasas o te quejas, tan solo tienes que cambiártela y empezar de cero.